sábado, 17 de octubre de 2015

Una droga llamada JUICIO

"Introyecto", Quino.

La vida nos presenta diariamente la oportunidad de “tener razón”, de dar de comer a nuestra necesidad egóica de decir “yo lo sabía”, “yo te había dicho”, “eso no está bien”, “como puedes hacer tal cosa?”, etc.

Juzgar es un vicio humano, compulsivo, que como una droga  afloja momentáneamente nuestros miedos y relaja la musculatura.

En estos momentos clave, en estos segundos suspensos en que nuestro ego demanda un manjar de los dioses que clama merecer, en estos instantes podemos (cómo no?) , elegir.
Elegir no mirar el mundo desde nuestras carencias,  introyectos y proyecciones, elegir la simplicidad del entendimiento de que somos igual al otro, somos el otro,  nada nos separa, nos distingue. Somos espejos.

Dejemos  los juicios para los Dioses, caso existan y caso juzguen.  Para vivir aquí “abajo” hace falta el darse cuenta - individual y colectivo - de que todos somos UNO y que al juzgar el otro estamos, invariablemente, en un proceso de auto-juicio y así, negándonos  Amor.


Lia Ferreira

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